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Naturaleza de la improvisación


Para hablar de este punto, me anclo desde mi vida en las montañas del Valle de Aburrá, Andes colombianos. Una ciudad donde empezó a hacerse frecuente la danza de contacto improvisación hace apenas 5 años. Pero el contacto no es condición para que haya improvisación. La impro es una práctica muy especial de conexión. Se puede vivir como una meditación en movimiento. Y bueno, la impro es lo no planeado. Improvisar es dejar de ser un organismo para desarticularse, entrar en un mundo de devenires e intensidades, hacerse un cuerpo sin órganos.


Improvisamos ante las contingencias de la vida. En la danza, se improvisa conectando el pensamiento al corazón en un estado de alerta. Es una construcción que se da mediante los impulsos y la espontaneidad. Improvisar es salirse de los signos y las estructuras. Es el cuerpo en combustión espontánea que sin embargo es movido y motivado, siempre, por distintas inspiraciones, según quién dance, según la época.


Sally Banes, en su texto “Combustión espontánea- notas en improvisación en danza de los 60s a los 90s”, compara la situación de la improvisación en estados unidos en este período de tiempo, socialmente. En los 60 y 70 les bailarines veían la composición pregunta-respuesta como una manera de acceder al ser “auténtico”. Se trataba de un “esencialismo estratégico”, hay un Yo genuino. Quería expresarse libertad y crear comunidad, y era un movimiento predominantemente blanco, influenciado por la estética africana americana. Por el contrario, en los 80s y 90s, declararon “no hay auténtico ni singular ser, sino solo una multiplicidad de identidades cambiantes y fragmentarias”, aires de posmodernismo. Se cuestionó en estas décadas el significado de la libertad y la comunidad. También apareció mucha más gente de color en las salas más vanguardistas. La improvisación es una filosofía espiritual así como una herramienta para el movimiento.


Más específicamente, esto es como sigue. En los 60s había en ese país un estado y una sensación de abundancia, había libertad y había comunidad. Artistas como Ana Halprin y Simone Forti aparecen en escena con “coreografías indeterminadas”, coreografías abiertas, composiciones en respuesta a una situación y composición in-situ. Emergieron grupos dedicados a la coreografía abierta. Ya en los 70s vino una recesión económica. Y mientras estas formas de coreografía indeterminada se adaptaban a este tiempo en los bajos costos de producción, permanecieron arraigadas artísticamente y sociopolíticamente en los 60s: se percibe aún un ethos de exploración del movimiento libre, sin prisa; una riqueza corporal y una política colectica o cooperativa. En los 80s y 90s, el contenido de la danza tendió hacia una explícita declaración política de identidad, en términos de género, preferencia sexual, raza y etnicidad.


Según cuentan, desde los setentas se ve la improvisación. ¿Había / hubo improvisación antes de esos años? ¿Hubo improvisación de danza o solo bufonería en las cortes de la nobleza? Quizá sí, bajo el formato del ballet. Y eso que no conocemos los misterios y los secretos cosmogónicos y etológicos de nuestros pueblos originarios, y bien que han hecho en sutilizar sus rastros, antes que ser vendidos como data e información en cualquier circunloquio mercantil.


Yo secundo lo que dice Ruth Zaporah, también soy tímida pero cuando danzo tengo voz, soy visible. Para ella la danza en sí misma es no-pensar. Ella es su propio evento. No sigue nada y no lleva a nada. No es sobre ganancia o absolución. La danza danza ella misma y no está atada en lo absoluto al mundo conceptual o incluso al concepto de danza.


Es una abducción por una sensación de placer y de destino fatal más allá de mí. Siento que el momento es definitivo, lo asumo y lo ejecuto como quien viene con una daga clavada en su pecho y la danza fuera el único medio para sacársela. Hay un calor en toda la habitación y la música se pone intensa, pero nadie parece afectarse por esas ondas. Yo, en cambio, me voy derritiendo. Y mi espíritu entra en un estado de zozobra al despedirse de ese gentío informe y asumir la forma que le da la gana, transfigurarse.


Entonces decido ser otra. Decido ser danza. Ahí no me importa si me veo ridícula o no. Yo me siento en trance, y cuerpo mismo demuestra y declara su ritmo, sus mensajes. Él se autodetermina, este se autodetermina a sí mismo, a mí misma, yo me autodetermino, me termino, me destruyo y me construyo en la orilla de una flama ascendente que, conforme se desarrolla, es que me enrumba hacia el relámpago efímero y renaciente del deseo en acción como existencia explayada. Sublimada.


El cuerpo que crea, el cuerpo que siembra, el cuerpo que fermenta. El cuerpo que composta, que se aísla, que se aplasta y se echa en la silla. No recuerdo cuándo fue la última vez que fui a ver danza a un escenario. Pocas veces he visto improvisación en escena y las pocas veces que he ido a verla, no me ha satisfecho. Es decir, me deja, sí, con la pregunta de ¿qué carajos acabo de ver? Sin mucha comprensión, sin mucho entendimiento. Quizá porque no tenía mucha perspectiva ni mucho conocimiento al respecto. Sin trama lineal ni mucha claridad de lo que surge en la obra (y ahí entra en duda de qué considerar “obra”), presenciar eventos de improvisación en danza es mejor cuando los compones tú. Ya estoy hablando de otra cosa, pero tengo corazonadas con esto. Es mejor componerlas cuando se te invita a ser parte co-creadora del acontecimiento, y esto suele suceder no pocas veces.


Y la improvisación, aunque no la entienda a la primera, me ha seducido de a poco… inasible e inclasificable (esas etiquetas primerizas siempre van a emerger, junto a algo desordenado, sin fondo, extraño, etc) permite deconstruir y restructurar nomenclaturas fijas.


REFERENCIA

“Dance. A body with a mind of its own”. Ruth Zaporah. Taken by surprise. A dance improvisation reader. Edited by Ann Cooper Albright and David Gere.

“Spontaneous combustion”. Sally Banes. Taken by surprise. A dance improvisation reader. Edited by Ann Cooper Albright and David Gere.

"Cuerpo sin órganos". Mil mesetas. Gilles Deleuze y Félix Guattari.


PARA EXPANDIR

Fragmento de "impromamíferas" / agrupación Las Zentadas

Danzando en los laureles


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